Valentín de Egipto
   [089] [929] (s.II)

 
   
 

       
   Fue una de las influyentes herejías de los primeros tiempos y que obligó a las cristianos a clarificar su doctrina cristológica y a separarla de los mitos y de las enseñanzas místicas de los gnósticos.

   1. El personaje

   Su protagonista, Valentín, nació en Egipto en fecha incierta. Recibió selecta educación en Alejandría. Fue ordenado como sacerdote y luego se trasladó a Roma durante el pontificado del papa Higinio (136 a 140) y enseñó en esta ciudad durante más de 20 años.  En Roma consiguió gran reputación por su elocuencia y poderosa inteligencia, que le granjearon muchos seguidores. Se multiplicaron las polémicas en la Iglesia romana, por lo que hubo de retirarse a Chipre a donde se pierde su pista. Su orientación y terminología fue esencialmente gnóstica, aunque original.

   2. Doctrina

   Las primeras fórmulas de su doctrina  son citas fragmentarias recogidas en la obra de sus oponentes cristianos.
   Fueron escritos ortodoxos y un texto copto, el "Evangelio de la verdad" descubierto en NagHammadi (Egipto), que está considerado como una traducción de una obra original de Valentín, los que más explicitaron su pensamiento.
   Según Tertuliano, Valentín rompió con la Iglesia cristiana y dejó Roma después de rechazar el cargo de obispo, tal vez por las primeras disensiones doctrinales que surgieron. Siguió desarrollando sus doctrinas, es probable que en Chipre. Sus seguidores ampliaron sus enseñanzas y se escindieron en dos escuelas, una asentada en Italia y la otra en Alejandría.
   El dualismo de Valentín es reflejo del sistema zoroastrista: principio divino bueno, principio divino malo y lucha entre ambos. Pero se refleja en la terminología usada la influencia del platonismo.
   Su idea central se expresa por la existencia de un reino espiritual o plenitud (pléroma), en el cual el hombre se introduce mediante la ascesis y muy lentamente por la práctica virtuosa.
   Ese Reino es el resultado de las emanaciones divinas, de los eones, que son como efluvios o criaturas del único y simplicísimo ser divino.
    El eón "Sofía" (del griego, sabiduría) produce un demiurgo (el Dios Yaweh del Antiguo Testamento). El fue el creador del Universo material, que salió como algo esencialmente malo.
   Pero en ese mundo creado tienen que moverse las almas humanas, que son eones más elevados y proceden más directamente del Dios superior. Esas almas se encuentran encarceladas y vagan en el mundo malvado buscando la luz y la libertad.
    El eón Cristo se unió con el hombre Jesús para aportar el conocimiento (gnosis) salvador. Esa tarea es la redención que asegura la llegada del Reino de Dios a la humanidad.
    Los seres humanos más espirituales, que son los gnósticos por supuesto, son los únicos que llegan a recibir la revelación, la luz, de forma plena.
    Los demás deambulan en la oscuridad y en zozobra. Los espirituales regresan luego al Reino espiritual cuando mueren. Los demás cristianos sólo pueden alcanzar el reino del Demiurgo.
 Los paganos, absorbidos en la existencia material, están predestinados a la condenación eterna.

   3. Influencias

    El valentinismo fue una forma curiosa de explicar la vida y el sufrimiento que cautivó a muchos, pero se mantuvo en grupos cerrados, que formaron una ver­dadera secta selectiva y esotérica.  Sus seguidores ampliaron sus enseñanzas y se escindieron en dos escuelas, una asentada en Italia y la otra en Alejandría.
   De todas formas, el movimiento valentinista fue degradándose con el tiempo, al igual que aconteció a todos los grupos gnósticos.